lunes, 31 de octubre de 2011

ontogenética

La Evolución Ontogenetica Del Lenguaje
La evolución Ontogenetica del lenguaje
Siete meses
En torno a los siete meses el bebé comienza a emitir las primeras sílabas claras y progresivamente irá aumentando la gama de sonidos. Empezará a imitar verdaderos sonidos del habla y quizá use alguna palabra con significado.

Nueve meses
Entre los nueve meses y el año el bebé ya empieza a imitar verdaderos sonidos del habla y quizás emplee ya palabras comprendiendo su significado. Además, presta mucha atención a las conversaciones de los adultos.

Doce meses
A partir del año, el bebé usa ya palabras conociendo el significado y es capaz de comprender algunas cosas. A partir de aquí, la evolución es muy rápida y el niño empieza a pronunciar una cadena de sonidos en los que aparece alguna que otra palabra reconocible.
Eso es una señal de que está a punto de empezar a hablar. Aprende continuamente palabras nuevas y entiende muchas más palabras de las que es capaz de decir.

http://www.balearweb.net/aoib/documentsteorics/PilarFitorDesarrolloiAdquisicionsLenguaje60.doc

El lenguaje es la base de la comunicación humana y representa el auxiliar más importante para completar el desarrollo psíquico del hombre, por lo tanto es necesario que el niño se comunique usando un lenguaje adecuado.
El desarrollo del lenguaje en el niño es un proceso de carácter biológico, dotado de leyes internas y con marcadas etapas de evolución.
El hecho de señalar etapas significa que hay funciones o fenómenos que se establecen dentro de las mismas, pero nunca que dichas funciones terminen al iniciarse la etapa siguiente; todo lo contrario, cada una de estas etapas se perfecciona o deteriora a lo largo de toda la vida.

LAS PRIMERAS PALABRAS. LAS EXPRESIONES DE UNA PALABRA.

A los 12 meses el niño, que ya ha adquirido un grado notable en su comprensión de estructuras adultas hechas, se encuentra cada vez más en situación de decir enunciados nuevos. Cada enunciado que oye le provoca adaptaciones acústicas y se le plantea la...

miércoles, 26 de octubre de 2011

Evolución filogenetica y ontogenetica

En 1859, Charles Darwin publicó El origen de las especies. En este libro proponía un mecanismo sencillo para explicar cómo se ha originado toda la diversidad de la vida. A pesar del tiempo transcurrido, el núcleo de la teoría evolutiva actual arranca de esa obra de Darwin. A grandes rasgos, podemos decir que:

Los seres vivos se reproducen, pero no todos sus descendientes sobrevivirán. De hecho, la mayor parte muere.
Hay diversidad en la descendencia de los organismos. Cuando hay reproducción sexual, los hijos resultan diferentes a los padres.
Los seres vivos que presenten una mejor adaptación a su entorno tendrán mayores posibilidades de sobrevivir a la implacable guadaña de la Segadora. Asimismo, es probable que transmitan a su descendencia los caracteres que permiten una mejor adaptación al entorno.
Y así, generación tras generación, la naturaleza va seleccionando a los mejor adaptados. A la larga, se acaban creando nuevas especies. Ojo: obsérvese cómo hablamos de los mejor adaptados, no de los más fuertes, más altos, más feroces o más inteligentes. Una alta tasa reproductora, la capacidad de esconderse o el oportunismo pueden ser herramientas adaptativas tanto o más válidas que aquéllas.

Como consecuencia de lo anterior, se llega a la conclusión de que toda especie viva se ha originado a partir de otra anterior. De hecho, y dado que todos los seres vivos compartimos el mismo código genético, deducimos que todos los habitantes de nuestro planeta, desde la más humilde bacteria hasta la ballena azul más rolliza, descendemos de un antepasado común, que probablemente habitó la Tierra hace unos 4000 millones de años.

Pero el saber que todos los seres vivos procedemos de una raíz común nos plantea aún más preguntas. ¿Cuáles son nuestros parientes más cercanos? ¿Cómo se han originado los distintos taxones? ¿Quién es el antepasado de quién? Aparte de la curiosidad que nos impulsa a dibujar los árboles genealógicos (no es raro que a los humanos nos apetezca saber quiénes son nuestros antepasados, o el lugar que ocupa determinada gente en la historia de un linaje), la clasificación de los seres vivos también depende de ello.

Efectivamente, Ya hemos visto en taxonomía que las especies se agrupan en géneros, los géneros en familias, etc., según criterios de parentesco. Dos especies se consideran próximas (y, por tanto, se incluyen en el mismo género), si poseen un antepasado común cercano en el tiempo, diferente al de otras especies. Lo malo es que averiguar cómo es el árbol de la vida no resulta sencillo.

Antes de proseguir, necesitamos conocer unos cuantos términos:

La filogenia es la historia de la evolución de un grupo de organismos o, de acuerdo con Colin Tudge, la «genealogía con mayúscula», ya que se ocupa de la relación existente entre especies, familias, órdenes... Para ello, los biólogos se han basado en la morfología, la citología, el registro fósil, etc. Hoy, las técnicas de Biología Molecular son imprescindibles para dilucidar las relaciones entre organismos.

La filogenia se puede representar gráficamente mediante árboles filogenéticos. Como su nombre indica, se trata de dibujos con aspecto de árbol. En la base del tronco estaría el antepasado común de todos los organismos, y de él partirían unas ramas, de las cuales saldrían ramas más finas, y de éstas ramitas, etc., hasta llegar a las especies actuales, dispuestas en los extremos de las últimas ramificaciones.

Los árboles filogenéticos más antiguos recordaban a un abeto o, mejor dicho, a un poste del cual salían ramitas más finas (Figura 1). En la parte alta del árbol se situaba un individuo de nuestra especie, preferiblemente de sexo masculino, raza blanca, anglosajón y protestante (es decir, el típico WASP). Probablemente, esto se debía a que los científicos que elaboraban los árboles eran WASPs. Además, se creía que la evolución tendía hacia la perfección: había una escala de progresión que iba desde los microbios hasta nuestra especie (dentro de la cual, por supuesto, había razas más evolucionadas que otras).

Hoy se tiende a desechar esa idea, y los árboles filogenéticos se parecen más a zarzas que a abetos (Figura 2). No hay especies más evolucionadas que otras; simplemente, sus estrategias de supervivencia son diferentes. ¿Por qué ha de ser más evolucionado un chimpancé que el moho que echa a perder la fruta en el frigorífico? De acuerdo, el moho tiene menos cerebro que el chimpancé (mejor dicho, carece de cerebro), pero le va de maravilla, y prospera por toda la Tierra. Probablemente, nos sobrevivirá, y enmohecerá nuestras tumbas. En cambio, los chimpancés, con toda su inteligencia, tienen un futuro bastante menos halagüeño. Al paso que vamos, sólo aguantarán en los zoológicos o a base de hacerse fotos en brazos de los turistas, vestidos de marineritos...

Disculpen la digresión, y volvamos al tema. Uno podría pensar que el parecido entre especies es un buen criterio para determinar su parentesco. Criaturas con caracteres comunes estarían estrechamente relacionadas, próximas en el árbol de la vida. Según eso, el hecho de poseer alas indicaría que una polilla, un murciélago, un halcón y un pterodáctilo son parientes próximos. Y no lo son. Veamos el porqué.

A partir de un antepasado común, las especies pueden evolucionar de formas muy diversas para adaptarse a entornos distintos. Este fenómeno se conoce como divergencia; o radiación, cuando consideramos muchas divergencias en conjunto. Por ejemplo, tras la extinción de los dinosaurios quedaron en la Tierra muchos nichos ecológicos libres, lo que permitió la radiación de los mamíferos (y, de rebote, que nosotros estemos ahora aquí).

Divergencias y radiaciones provocan que parientes próximos tengan pintas muy diversas. Esto dificulta averiguar su filogenia. Por otro lado, para generar mayor confusión, se dan los fenómenos de convergencia. Seres no emparentados pueden adoptar un aspecto similar cuando han de adaptarse a entornos similares. Por ejemplo, un delfín y un tiburón se parecen, ya que se trata de nadadores activos y carnívoros, que se buscan la vida de forma similar. Cuando la convergencia se mantiene a lo largo de muchas generaciones, puede hablarse de evolución paralela, de la cual hay ejemplos notables en nuestro mundo: los cactus americanos han evolucionado de forma paralela a las euforbias africanas; los marsupiales australianos y los placentarios en otros continentes; las royas blancas y las royas verdaderas...

Por tanto, se debe tener mucho cuidado a la hora de seleccionar qué caracteres son adecuados para discernir el parentesco entre organismos. Los caracteres que comparten dos especies distintas se denominan compartidos. Sin embargo, que un carácter sea compartido no implica parentesco. Ciertas semejanzas se denominan homoplasias (también analogías o caracteres análogos), y se trata de adaptaciones adquiridas de forma independiente. Por ejemplo, los loros y los calamares poseen picos ganchudos, pero dichos picos no proceden de un antepasado común, sino que surgieron en momentos distintos. Por tanto, las homoplasias o analogías no nos sirven para este propósito.

Los caracteres homólogos (u homologías) son los que se heredan de un antecesor común. Por ejemplo, nuestro brazo es homólogo del ala del murciélago, la aleta del cachalote o la pata del caballo. Pueden parecer muy diferentes, pero si se analiza su estructura ósea las similitudes aparecen, e indican un origen común. Las homologías, por tanto, son las más indicadas para averiguar el parentesco entre especies. Sin embargo, para establecer la filogenia y trazar los árboles de la vida hay caracteres más informativos que otros. El entomólogo alemán Willi Hennig señaló que las homologías, por sí solas, no bastan para establecer la filogenia.

Sigamos profundizando en la terminología de los caracteres homólogos. Las plesiomorfías son caracteres primitivos, cercanos al estado ancestral; cuando son compartidas por más de un organismo se llaman simplesiomorfías. En cambio, las apomorfías o caracteres derivados no están cercanos al estado ancestral, sino que son de aparición más reciente; cuando son compartidos por otros organismos reciben el nombre de sinapomorfías. Finalmente, las autapomorfías son las características únicas de un organismo.

¿Confuso, amigo internauta? Trataremos de aclarártelo con un socorrido ejemplo. La existencia de plumas es un carácter que presentan todas las aves. Si buscamos un carácter para separarlas de otros animales (los mamíferos o los reptiles, por ejemplo), las plumas serían una sinapomorfía: un carácter reciente que comparten todas las aves, ausente de otros organismos. En cambio, si usamos las plumas para separar los distintos grupos de aves entre sí (por ejemplo, los pájaros de las rapaces) vemos que no nos sirve. A ese nivel, las plumas serían una simplesiomorfía: un carácter primitivo dentro de las aves. Para separar a las rapaces de los pájaros necesitaríamos sinapomorfías de esos grupos; en el caso de las rapaces, por ejemplo, una combinación de pico ganchudo, garras, ferocidad, etc. Y a su vez, esa combinación se convertiría en una simplesiomorfía si tuviéramos que hilar más fino (dentro de las rapaces, separar águilas de halcones, por ejemplo). En resumen, el que un carácter sea apomorfía o plesiomorfía es relativo. Conforme bajamos de nivel taxonómico debemos buscar sinapomorfías más precisas.

Antes de proseguir, necesitamos conocer unos cuantos términos más:

Se dice que un grupo de organismos es monofilético cuando incluye a un antepasado común con todos y cada uno de sus descendientes (Figura 3). Un ejemplo es el de los mamíferos: todos descienden de un único antepasado común (un reptil sinápsido, por si a alguien le interesa), y ninguno de esos descendientes se incluye en otro grupo diferente. Mas ejemplos de taxones monofiléticos: las aves, los insectos, los mildius...

Un grupo es parafilético si faltan algunos de los descendientes, los cuales han sido incluidos en otros grupos (Figura 4). Por ejemplo, los dinosaurios son parafiléticos, ya que en ellos no incluimos a las aves, que son sus descendientes directos. Otro ejemplo más amplio: los reptiles, ya que no incluyen a mamíferos y aves, que descienden de ellos.

Finalmente, un grupo es polifilético si contiene organismos de varios clados, es decir, que no proceden de un antepasado común cercano (Figura 5); simplemente, se han reunido por conveniencia de los investigadores. Ejemplos: las algas, los peces...

Ningún taxón ha de ser polifilético, si queremos ser rigurosos. Lo ideal sería que todos los taxones fueran monofiléticos, aunque se tiende a admitir también algunos taxones parafiléticos, como los reptiles o, dentro de ellos, los dinosaurios. Por supuesto, hay nombres de grupos polifiléticos que son de uso común, incluso coloquial (algas, hongos, peces, gusanos, microbios...) y que siguen siendo bastante informativos. Se emplean en lengua vernácula, no en latín (y, por tanto, no se ponen en cursiva).

Basándose en lo anterior, Hennig propuso el cladismo (o cladística) como método útil para reconstruir la genealogía de los organismos de modo objetivo y verificable por otros científicos. Se basa en tres principios:

Los taxones están unidos en grupos naturales basándose en las sinapomorfías (rasgos derivados compartidos).
Todos los grupos válidos descienden de un antepasado común único (es decir, son monofiléticos). Los grupos que se definen según las simplesiomorfías tienden a ser parafiléticos, mientras los que poseen más de un antepasado común son parafiléticos.
El patrón más parsimonioso (el que requiere el menor número de pasos para resolver las relaciones entre taxones) es el que tiene mayor probabilidad de ser correcto. O sea, se buscan los árboles más sencillos, con menor número de cambios. Se trata de aplicar el filosófico principio de la navaja de Occam a la filogenia.

Un cladograma es un árbol filogenético elaborado por los cladistas, es decir, el producto del análisis cladístico. Se basa en las sinapomorfías. El punto de partida (antepasado común) de una rama es un nodo, y las líneas entre nodos, los internodos. Los cladistas también suponen que cada nodo se bifurca en dos ramas (es decir, una especie puede generar otras dos, en vez de un número mayor). Un concepto clave es el de clado: el antepasado común de un grupo más todos sus descendientes (gráficamente: un nodo con todas las ramas que parten de él). Obviamente, hay clados pequeños que parten de clados grandes, y así sucesivamente.

martes, 25 de octubre de 2011

Teoria del big bang

Dentro de las teorías cosmológicas, la hipótesis del Big Bang (Gran Explosión) es la que cuenta con mayor respaldo entre los científicos. Considera que el Universo comenzó hace unos 13.700 millones de años con una explosión colosal en la que se crearon el espacio, el tiempo, la energía y la materia. No obstante, la gravedad puede ser lo suficientemente fuerte, dependiendo de la cantidad de materia del Universo, como para desacelerar el proceso expansivo. Momento a partir del cual se impondría una contracción que llevaría al Universo a un colapso gravitatorio o Big Crunch (Gran Implosión), desapareciendo en la nada. A la que presumiblemente sucedería otra fase expansiva, y así indefinidamente en una interminable serie de oscilaciones.



Formación de la Teoría del Big Bang



El primero en señalar esta posibilidad, en 1922, fue el matemático ruso Alexander Alexandrovich Friedmann. Cinco años más tarde, en 1927, el astrónomo belga Georges Lemaître elaboró sin conocer los trabajos de Friedmann un esquema similar del cosmos en expansión. Consideró que, dado que el universo se estaba expansionando, debió existir un momento en el pasado en que debió de ser muy pequeño y tan denso como fuese posible, al que llamó Huevo Cósmico.

La expansión habría tenido lugar además, dado su enorme densidad y ateniéndonos a las ecuaciones de la relatividad, con una violencia super-explosiva. Los trabajos de Lemaître inicialmente pasaron inadvertidos, siendo conocidos por la labor del astrónomo inglés Arthur Stanley Eddington. Sin embargo, fue el físico ruso-norteamericano George Gamow quien, en los años 1930 y 1940, popularizó esta teoría a la que denominó Big Bang, para referirse a una gran explosión inicial con la que debió haberse creado el Universo.

Pero no completamente satisfechos, en 1948, dos astrónomos de origen austriaco, Hermann Bond y Thomas Gold, lanzaron una teoría alternativa, más tarde popularizada por el británico Fred Hoyle que, si bien aceptaba la idea de un Universo en expansión, negaba que hubiese tenido lugar en una primera y gran explosión. Consideraban que a medida que las galaxias se separaban, nuevas galaxias se formaban entre ellas, con una materia que se creaba de la nada en una proporción demasiado lenta como para ser detectada por la tecnología del momento. El resultado es que el Universo seguía siendo el mismo esencialmente a través de toda la eternidad, sin principio ni fin. Esta teoría hacía mención a una creación continuada y a la idea de un Universo en Estado Estacionario, como se vino a denominar.

Durante la década siguiente las dos teorías, tanto la del Big Bang como la hipótesis del Universo Estacionario, se debatían sin ninguna prueba satisfactoria que se inclinase en favor de una u otra. No obstante, en 1949, Gamow apuntó que, si el big bang había tenido lugar, la radiación que la acompañaría habría perdido energía a medida que el Universo se expansionaba, y debería existir en nuestro tiempo bajo al forma de una emisión de radioondas procedente de todas las partes del firmamento. Es decir, como una radiación de fondo homogénea e independientemente de la orientación que tomase el receptor de señal que se emplease. Además la radiación, como por otra parte desarrolló el físico norteamericano Robert Henry Dicke, debería presentar las características de los objetos a una temperatura de 5º K por encima del cero absoluto, unos - 268 º C.
Desde el Big Bang a Nuestros Dias.02 03.El Efecto Doppler

Sería en mayo de 1964, cuando el físico germano-norteamericano Arno Allan Penzias y el radioastrónomo norteamericano Robert Woodrow Wilson, siguiendo las indicaciones de Dicke, detectaron una radiación de fondo con las características de las predichas por Gamow, indicando una temperatura media para el Universo de unos 3 º K. El descubrimiento de este fondo de ondas de radio es considerado hoy en día como la prueba concluyente en favor de la teoría del Big Bang, por lo que la hipótesis de la Creación Continua -o del Universo Estacionario- ha sido prácticamente abandonada.
La Teoría del Big Bang

Atendiendo al medible corrimiento hacia el rojo (o también efecto Doppler) que muestran las estrellas y galaxias más lejanas de nuestro sistema en su espectro de luz, la antigüedad del Universo está cifrada en unos 13,7 mil millones de años, según las estimaciones más recientes.

Se considera igualmente que el Universo comenzó como un gas muy tenue que se contrajo súbitamente tras un colapso gravitatorio en un Huevo Cósmico, siendo instantáneamente seguido de la explosión que entendemos como Big Bang.

Partiendo de esta consideración expansiva del Universo, dentro de lo que se entiende como teoría del Bing Bang, caben dos posibilidades:

- Universo Abierto: según la cual el Universo continuará expandiéndose para siempre, haciéndose cada vez más y más tenue, con una densidad conjunta cada vez más y más pequeña, hasta acercarse a un vacío absoluto.



- Universo Cerrado: en virtud de la cual la gravedad sería lo suficientemente fuerte, dependiendo de la cantidad de materia del Universo, como para desacelerar el proceso expansivo, llevando el índice de recesión de las galaxias hasta cero. Momento a partir del cual se impondría una contracción que llevaría al Universo a un implosivo colapso Big Crunch y desapareciendo en la nada. Sucediéndose de otra fase expansiva, y así indefinidamente en una interminable serie de oscilaciones.

Siguiendo con la teoría del Big Bang, en el nacimiento del espacio y, con él, del tiempo, de la energía y de la materia, podemos distinguir las siguientes fases de desarrollo:

- Intervalo de 10-43 segundos o Tiempo de Planck: toda la masa y energía del Universo se hallaba comprimida en una masa ardiente de densidad inimaginable.









- Ocupaba un espacio 10-20 veces menor que un núcleo atómico.




- Las cuatro fuerzas básicas (gravitación, electromagnetismo y fuerzas nucleares fuerte y débil) se hallaban unificadas.






- A los 10-35 segundos comenzó la Era de la Inflación: un período caracterizado por un fantástico aumento de tamaño y por una caída drástica de la temperatura.









- El Universo se hinchó hasta alcanzar al menos 1050 veces sus dimensiones originales.




- La temperatura cayó a 1028 º K




- Comienza la separación de la fuerza nuclear fuerte y la electro-débil (formada por la fuerza electromagnética y la nuclear débil).






- En la primera millonésima de segundo surge la Era Leptónica: con la que se crean las primeras partículas constitutivas de la materia.









- El universo material emergió de un estallido a la temperatura de1027 º K, para descender a los 1014 º K.




- Aparecen las partículas elementales: los quarks, leptones (electrones, neutrinos...), mesones (constituidos por pares de quarks) y los hadrones (protones y neutrones, constituidos por tríos de quarks).



A ellas, les sucederán la Era de la Radiación (que constituye los 10.000 primeros años), caracterizada por la emisión de rayos gamma producidos durante la descomposición del Deuterio o Hidrógeno pesado (además del protón del hidrógeno, contiene un neutrón), y la Era del Desacoplamiento (después de 300.000 años) entre la materia y la radiación.


Penzias y Wilson, Descubridores de la Radiación de Fondo.04 05.Satélite WMAP de la NASA

Los fotones de la radiación que se movían con facilidad entre la sopa de protones y electrones que permanecían separados no se diseminan ahora con tanta facilidad como cuando comienzan a crearse los átomos eléctricamente neutros. La materia y la radiación se vieron por ello mismo desacopladas. El cielo brillaba reluciendo en un rojo vivo de 3000 º K. El hidrógeno formaba las tres cuartas partes de la masa del universo, mientras que el resto era en su gran mayoría helio. Comenzaba entonces la formación de las galaxias.
Evidencias Experimentales del Big Bang

Cada año que pasa, encontramos más evidencias experimentales de que el big bang ocurrió hace aproximadamente unos catorce mil millones de años. Para finalizar, exponemos a continuación algunos de estos resultados.
- El hecho de que las estrellas se estén alejando de nosotros a velocidades fantásticas ha sido verificado repetidamente:

- Mediante la distorsión del espectro de la luz estelar, lo que hemos denominado efecto Doppler y que, en este caso, se caracteriza por el corrimiento del espectro de luz hacia el rojo. Es decir, la luz que recibimos de una estrella que se aleja de nosotros está desplazada hacia longitudes de onda más largas -hacia el extremo rojo del espectro- de manera análoga a como el pitido de un tren en movimiento suena más agudo de lo normal cuando se acerca a nosotros y más grave cuando se aleja.
- Además según la Ley de Hubble, formulada en 1929, cuanto más lejana está la estrella o galaxia, más rápidamente se aleja de nosotros. Queda corroborado, por otra parte, por cuanto que no contemplamos entre las galaxias más distantes ningún desplazamiento hacia el azul sino hacia el rojo, lo que significa un universo en expansión y no en contracción.

- La distribución de los elementos químicos en nuestra galaxia están en correspondencia con la predicción de los elementos pesados en el Big Bang y en las estrellas. Según dicha teoría, los núcleos elementales de hidrógeno se fusionarían para dar lugar a un nuevo elemento, el helio. Los resultados observados ratifican los cálculos de la predicción: la proporción entre el helio y el hidrógeno en el universo está entre el 25 % del primero y el 75 % de hidrógeno.

- Los objetos más antiguos del universo analizados tienen una edad que ronda entre los 10.000 y los 15.000 millones de años, por lo que ninguno por el momento rebasa la estimación dada para el Big Bang. Puesto que los materiales radiactivos se desintegran, vía interacciones débiles, a un ritmo exactamente conocido, es posible predecir la edad de un objeto calculando la abundancia relativa de ciertos materiales radiactivos.

- Así mediante el Carbono-14, que se desintegra cada 5.730 años, es posible determinar la edad de los objetos arqueológicos. Mediante el Uranio-238, con una vida media de 4.000 millones de años, nos permite datar las rocas lunares traídas, por ejemplo, por la misión Apolo.
- Las rocas y meteoritos más viejos encontrados en la Tierra datan de entre unos 4.000 y 5.000 millones de años, que es la edad aproximada de nuestro sistema solar. Igualmente, por la masa de ciertas estrellas cuya evolución es conocida, podemos demostrar que las estrellas más viejas de nuestra galaxia se remontan alrededor de los 10.000 millones de años atrás.

- Pero quizás el más importante de todos fue el eco cósmico del Big Bang reverberando en el Universo. Como vimos, fueron Arno Penzias y Robert Wilson quienes consiguieron detectar la radiación de fondo de microondas que impregna todo el universo conocido.

El resultado fue extraordinariamente ajustado en 1992 con los resultados aportados por el satélite COBE (Cosmic Background Explorer), lanzado a finales de 1989, precisamente con el objeto de analizar los detalles de la radiación de fondo postulada por George Gamow. Nuevamente, en febrero de 2003, los datos obtenidos por el satélite de la NASA WMAP, relativos al fondo cósmico de microondas y ajustando igualmente la constante de Hubble -que relaciona las velocidades de expansión con las distancias de la galaxias- nos dan una antigüedad para el Universo de 13.700 millones de años luz.

Teoria de la evolución de las especies de Darwin

El científico evolucionista más importante del siglo XIX fue Charles Darwin (1809-1882). Estudiante de las universidades de Edimburgo y Cambridge en Inglaterra, terminó sus estudios de teología a la edad de 22 años. Preparado para ser ministro protestante de la Iglesia, sin embargo, el mayor interés de Darwin estaba en el mundo natural.

En 1831 se integró, como naturalista, a la tripulación del barco de la marina inglesa "HMS Beagle", que realizaría una expedición de mapeo alrededor del mundo durante 5 años. Este viaje fue esencial en el pensamiento de Charles Darwin. En las islas Galápagos, en el Océano Pacífico frente a Sudamérica, quedó muy impresionado por las especies de animales que vió y, sobre todo, por las sutiles diferencias entre los pájaros de las islas del archipiélago. A partir de estas observaciones, Darwin se dio cuenta que estas diferencias podían estar conectadas con el hecho de que cada especie vivía en un medio natural distinto, con distinta alimentación. En ese momento comenzó Darwin a delinear sus ideas acerca de la evolución.

Darwin entendió que toda población consiste de individuos ligeramente distintos unos de otros. Las variaciones que existen entre los individuos hace que cada uno tenga distintas capacidades para adaptarse al medio natural, reproducirse exitosamente y transmitir sus rasgos a su descendencia. Al paso de las generaciones, los rasgos de los individuos que mejor se adaptaron a las condiciones naturales se vuelven más comunes y la población evoluciona. Darwin llamó a este proceso "descendencia con modificación". Del mismo modo, la naturaleza selecciona las especies mejor adaptadas para sobrevivir y reproducirse. Este proceso se conoce como "selección natural".

El pensamiento de Darwin también estuvo muy influenciado por las ideas de Thomas Malthus, que escribió que la población humana tendía a crecer exponencialmente y con ello a acabarse los recursos alimenticios disponibles. Esto provoca crisis que lleva a los individuos a competir entre ellos por la supervivencia. Darwin creía que las variaciones en los rasgos hereditarios de los individuos los hacía más o menos capaces de enfrentarse a la competencia por los recursos.

Más de 20 años después de que comenzó a elaborar sus ideas acerca de la evolución, Darwin publicó su teoría en el libro El origen de las especies (1859). Su publicación provocó grandes controversias y se opusieron a él los pensadores religiosos porque echaba por tierra la teoría creacionista y movía al ser humano del centro de la Creación. Este libro convenció a los científicos y al público educado de que los seres vivos cambian con el tiempo.

El origen de las especies (1859)

La teoría de la evolución que postuló Darwin tuvo un enorme impacto en el pensamiento europeo de la segunda mitad del siglo XIX. Los principales argumentos de El origen de las especies, que se publicó en 1859 son:

1. Los tipos biológicos o especies no tienen una existencia fija ni estática sino que se encuentran en cambio constante.

2. La vida se manifiesta como una lucha constante por la existencia y la supervivencia.

3. La lucha por la superviviencia provoca que los organismos que menos se adaptan a un medio natural específico desaparezcan y permite que los mejores adaptados se reproduzcan, a este proceso se le llama "selección natural".

4. La selección natural, el desarrollo y la evolución requieren de un enorme período de tiempo, tan largo que en una vida humana no se pueden apreciar estos fenómenos.

5. Las variaciones genéticas que producen el incremento de probabilidades de supervivencia son azarosas y no son provocadas ni por Dios (como pensaban los religiosos) ni por la tendencia de los organismos a buscar la perfección (como proponia Lamarck).

Además de este libro, Darwin escribió dos más: Variaciones en plantas y animales domesticados (1868) y La descendencia del hombre y la selección en relación al sexo (1871).

La obra de Charles Darwin sentó las bases de la biología evolutiva moderna. Y aunque actualmente se sabe que las especies han evolucionado a lo largo del tiempo, aún no está muy claro cómo ha sucedido esto.

Teoría religiosa

A. El Hombre Como Un Ser Creado

Habiéndose descubierto en el medio de un universo maravilloso y siendo del más alto orden de las criaturas físicas, el hombre, naturalmente, buscaría la forma de entender su propio origen tanto como el origen de todas las cosas existentes. Dado que la Naturaleza no revela la creación del hombre y la tradición no sería una fuente digna de confianza en la información, es razonable esperar que Dios revelaría los hechos esenciales acerca de la creación del hombre en la Biblia. En los primeros capítulos del Génesis, y donde se quiera en la Biblia, la creación del hombre se enseña claramente en la Escritura.

A causa de que el origen del hombre es un asunto natural para la investigación y especulación, aquellos que han tratado de contestar la pregunta aparte de la Escritura han hecho numerosas tentativas para explicar el origen del hombre. Estos hechos conflictivos demuestran que el hombre no tiene información cierta acerca de su origen a no ser la que la Biblia le pueda dar, y sólo en la Escritura uno puede esperar encontrar un relato completo y exacto.

Uno de los puntos de vista más comunes que se han levantado en contradicción con la doctrina de la creación del hombre revelada en la Biblia es la teoría de la evolución. Esta teoría es que de alguna manera llegó a la existencia siendo una célula viviente y de esta célula viviente el hombre evolucionó por un proceso de selección natural. La evolución intenta explicar todas las complicadas formas de vida en este mundo por este proceso natural.

De acuerdo a la teoría de la evolución, todas las plantas, animales y el hombre fueron formados por un proceso de pequeños cambios llevados a cabo por mutaciones, las cuales se creen que explican todas las especies. Sin embargo, las mutaciones son casi invariablemente dañinas más que beneficiosas, y nunca se han observado series de mutaciones que sean beneficiosas o que hayan producido una nueva especie. De acuerdo con esto, mientras que el registro bíblico reconoce que puede haber variaciones dentro de las especies, declara que Dios creó los animales «según su especie» (Gn. 1:21,24,25)

En contraste con los animales, el hombre fue hecho a la imagen y semejanza de Dios (1:26-27). Aunque muchos adeptos a la evolución admiten que es sólo una teoría y los fósiles revelan que no ha habido evolución sistemática de las formas más bajas de vida a las formas más altas, la evolución se constituye en la única explicación que el hombre natural ha sido capaz de ofrecer en contradicción a la doctrina bíblica de la creación; está basada claramente en un concepto na- turalístico, más bien que en el origen sobrenatural del hombre.

De igual manera, la teoría de la así llamada evolución teísta -que Dios usó la evolución como un método- para ser sostenida depende de una negación del significado literal de la narración de la creación en la Biblia.

La doctrina de la creación del hombre está enseñada claramente en la Escritura (Gn. 1:1 - 2:25; Jn. 1:3; Col. 1:16; He. 11:3). El primer capítulo de Génesis se refiere a Dios como el Creador cerca de diecisiete veces, y se pueden en- contrar cerca de cincuenta referencias más en la Biblia. Algunas enseñan directamente sobre la creación, y otros pasa- jes implican que Dios es el Creador de Adán y Eva (Ex. 20: 11; Sal. 8:3-6; Mt. 9:4-5; Mr. 10:6-7; Lc. 3:38; Ro. 5:12-21; 1 Co. " 11:9; 15:22, 45; 1 Ti. 2:13-14). El verdadero concepto de la creación es que Dios creó el mundo de la nada, puesto que en Génesis 1:1 no se hace mención de ninguna existencia previa.

Como se presenta en Génesis, el hombre es la máxima obra de Dios en la creación, y se declara que toda la creación tuvo lugar en seis días. Entre aquellos que aceptan la " Biblia como la obra inspirada de Dios se han dado diferentes explicaciones a estos días de la creación. Algunos ven la narración de Génesis 1 como una re-creación siguiendo una primera creación, la cual fue juzgada y destruida en conexión con la caída de Satanás y los ángeles caídos. Esto nos daría la evidencia de que el mundo inorgánico existía mucho antes de la creación descrita en los seis días de Génesis 1-2.

Algunos miran los seis días como períodos de tiempo, más cortos o más largos que veinticuatro horas, porque la palabra «día» a veces es usada para períodos más largos, así como en la expresión «el día del Señor». Otros insisten, sin embargo, que, dado que se usan los números con la palabra «día», debe aplicarse a un día de veinticuatro horas. En este caso se presupone que Dios creó el mundo con edad aparente, como lo hizo, por ejemplo, en la creación del hombre mismo y en el caso de los animales. Otros, sin embargo, señalan a la sugerencia de que el tiempo involucrado fue más largo que veinticuatro horas debido a expresiones como las de Génesis 1: 11, donde el árbol frutal se presenta creciendo de la tierra. Mientras que Dios podría haber creado un árbol completamente crecido, el hecho de que se diga que crece implica un período más largo que veinticuatro horas. Mientras que los evangélicos han diferido en la interpretación precisa del proceso de la creación, la mayoría de los intérpretes que sostienen la inspiración e infalibilidad de la Biblia atribuyen la presente existencia de los animales y del hombre a la creación inmediata de Dios, y en la Escritura no hay evidencia del desarrollo evolucionario de las especies por leyes naturales.

B. La Naturaleza Del Hombre

De acuerdo al testimonio de la Escritura, el hombre, en su forma humana presente, fue creado por Dios como la conclusión y consumación de toda la creación. Se dice del hombre que fue hecho a la imagen y semejanza de Dios (Gn. 1:26) y que Dios respiró en él el aliento de vida (Gn. 2:7). Estas distinciones califican al hombre por sobre todas las otras formas de vida que están sobre la tierra e indican que el hombre es una criatura moral con intelecto, capacidad para sentir y voluntad.

Hablando en líneas generales, la creación del hombre incluyó aquello que era material «
Cuando la Escritura considera la parte inmaterial del hombre, a veces usa varios términos intercambiables (cf. Gn. 41:8 con Sal. 42:6; Mt. 20:28 con 27:50; Jn. 12:27 con 13:21; He. 12:23 con Ap. 6:9), aun aplicando estos términos a Dios (Is. 42:1; Jer. 9:9; He. 10:38) y a los animales (Ec. 3:21; Ap. 16:3). Algunas veces se distingue el espíritu, del alma del hombre (1 Ts. 5:23; He. 4:12).

A pesar de las altas funciones de la parte inmaterial del hombre, a veces se atribuyen al espíritu y a veces al alma (Mr. 8:36-37; 12:30; Lc. 1:46; He. 6:18-19; Stg. 1:21); el espíritu se menciona usualmente en las Escrituras como aquella parte del hombre la cual es capaz de contemplar a Dios, y el alma es aquella parte del hombre la cual está relacionada al yo y las varias funciones del intelecto, sensibilidades y voluntad del hombre.

Sin embargo, también se usan otros términos de la naturaleza inmaterial del hombre tales como el corazón (Ex. 7:23; Sal. 37:4; Ro. 9:2; 10:9-10; Ef. 3:17; He. 4:7). Otro término usado es aquel en cuanto a la mente del hombre, ya sea en referencia a la pecaminosidad de la mente del hombre no salvo (Ro. 1:28; 2 Co. 4:4; Ef. 4:17-18; Tit. 1:15), o a la mente renovada que posee un cristiano (Mt. 22:37; Ro. 12:2; 1 Co. 14:15; Ef. 5:17). Otras expresiones tales como «voluntad» y «conciencia» también se refieren a la parte inmaterial del hombre.

Dada la variedad de términos que a veces son usados en sentido similar y a veces en contraste el uno con el otro, muchos han considerado la división del hombre en material e inmaterial como la división básica; pero aun aquí expresiones como «alma» y «espíritu» a veces son usadas para la totalidad del hombre incluyendo su cuerpo.

Algunas religiones paganas sostienen que el origen inmaterial de la naturaleza del hombre es preexistente; esto significa que ha existido eternamente y sólo se encarna en el principio de la existencia humana; esto no está sostenido por la Escritura. Otro punto de vista ofrecido por algunos teólogos evangélicos es que el alma es creada por Dios en el principio de la existencia humana individual; esta teoría tiene dificultades en cuanto a la pecaminosidad del hombre.

Probablemente el mejor punto de vista, conocido como el traducianismo, es que el alma y el espíritu fueron propagados por generación natural, y por esta razón el hombre recibe un alma y espíritu pecaminosos, porque sus padres son pecadores.

El cuerpo humano del hombre es la habitación del alma y el espíritu del hombre hasta que muera. Aunque acaba con la muerte, está sujeto a resurrección. Esto es verdadero en cuanto a los salvos y los no salvos, aunque las resurrecciones son diferentes. A veces el cuerpo tiene referencia como la «carne» (Col. 2:1, 5), y se usa para el cuerpo de Cristo) (1 Ti. 3: 16; 1 P. 3: 18). Otras veces se refiere a la naturaleza pecaminosa, la cual incluye el alma y el espíritu, como en la declaración de Pablo que él había «crucificado la carne» (Gá.5:24).

De acuerdo a ello, la carne no debe considerarse sinónimo con el cuerpo en todos los pasajes, puesto que puede implicar todo el hombre no regenerado.

Los cuerpos de las personas salvas son declarados como «templos» (Jn. 2:21; 1 Co. 6: 19; Fil. 1 :20), aunque al mismo tiempo sus cuerpos son considerados como «vasos de barro» (2 Co. 4:7), cuerpos «viles» (Fil. 3:21), cuerpos para ser mortificados (Ro. 8:13; Col. 3:5) y cuerpos los cuales tienen que ser mantenidos en sujeción (1 Co. 9:27). Los cuerpos de los salvos serán transformados, santificados, salvados y redimidos y finalmente glorificados para siempre en la venida de Cristo por su Iglesia (Ro. 8:11,17-18,23; 1 Co. 6:13-20; Fil. 3:20-21). Jesucristo poseía un cuerpo humano perfecto antes de su muerte, y después de su resurrección tenía un cuerpo de carne y hueso que es el ejemplo del cuerpo de resurrección del creyente. El término «cuerpo» se usa también como una figura de la iglesia como el cuerpo de Cristo y del cual Cristo es la cabeza.

Teoria de la evolucion de las especies

http://redescolar.ilce.edu.mx/redescolar/act_permanentes/historia/histdeltiempo/mundo/prehis/t_teoesp.htm